El lado Bueno
- Patricia Infante
- 18 ene 2018
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 17 abr 2018
“A veces insistimos tanto en ver la paja del ojo ajeno y nos perdemos de ver las montañas, los campos, los olivares…”
Paulo Cohelo

A la mayoría nos pasa que tenemos que estar relacionándonos con
diferentes tipos de personas diariamente en la mayoría de los
lugares donde nos desenvolvemos, ya sea en el hogar, o en nuestro
lugar de trabajo o estudios, o cuando simplemente decidimos salir a
pasar el rato o congregarnos. Ese momento en que tenemos que
convivir con los demás siempre llega.
Sucede que la percepción que tenemos de los demás influye
significativamente en cómo nos sentimos en el lugar donde nos
encontramos, si estamos con alguien que nos resulta desagradable o
molesto, es muy posible que no vamos a querer estar mucho tiempo
donde esa persona está, pero esta idea que tenemos del otro no
depende totalmente del comportamiento de la otra persona, sino
que en nosotros esta elegir qué es lo que más queremos ver de los
demás.
Como ya sabes todos tenemos defectos, pero también tenemos
cualidades y virtudes. En muchos casos, tales cualidades pueden
superar en gran manera los defectos, pero nos enfocamos tanto en
lo que no está bien (la paja en el ojo) que nos perdemos de la
experiencia de disfrutar de la verdadera esencia de las personas
que nos rodean (las montañas, los campos, los olivares...).
” Nadie hay tan malo que no tenga algo de bueno y nadie tan falso que no posea parte de verdad”,
dijo Tomás de Aquino, añadiendo que,
“Para ver la gracia en medio de la desgracia o para encontrar el bien en medio de la maldad se requiere de una mirada perspicaz”.
La manera de ver a las personas se puede educar. Si se empieza a
cultivar el enfoque en el lado bueno de los demás puede que suceda
como ocurre con las plantas de un jardín, que aquellos rasgos de
carácter que crecen fuertes y productivos son los que se alimentan,
se riegan y cuidan con esmero más frecuentemente.
Olvídate un poco de cómo te sientes con respecto a los demás y
aplica más la tolerancia, la gracia, la empatía; procura practicar más
el principio que enseñó Jesús en Su Sermón del Monte
“Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes”.
Como dije al inicio, nadie es perfecto y no eres la excepción a esa
regla. Te invito a recordar algún momento en que hayan aflorado
algunos de esos defectos y piensa en las personas que decidieron
aceptarte y ayudarte a superarlos: quizás hubo algún maestro que
amorosamente te corrigió y te hizo saber que eso que hacías no
determinaba quien tú eras, o algún jefe que te haya dado una
oportunidad para demostrar que podías hacer algo mejor de lo que
ya le habías presentado, o quizás algún amigo que te haya hecho ver
que sí tienes lo necesario para cambiar y tener una vida mejor.
Estoy segura que en algún momento ese tipo de persona ha
aparecido en tu vida, y vieron lo mejor de ti y lograron que lo
fueras. Lo más probable es que vieron algo en ti que quizás ni tú
mismo lo habías visto.
¿No te gustaría ser esa persona para otros?
Cuando vemos y creemos y le expresamos el lado bueno de los
demás, sacamos a relucir su mayor potencial y disfrutamos de la
experiencia de compartir con su mejor versión.
Si tienes familia, empieza por tu cónyuge e hijos y luego amplia tu
círculo de influencia a partir de allí.
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